Llegué ayer sábado por la madrugada, así como llegué del FAOT, con una emoción por escuchar a gente que ama lo que hace. Fue un día entre la tinta y la voz de decenas de plumas, escuchando cuentos y poemas de gentes de aquí, de gentes de allá.
Buena vibra, la mera vibra, que me mueve a querer escribir todo eso que ha estado gestándose en los úteros de mis fieles musas, amantes de mis ideas, concubinas en las letras que escribo. Debo de hacerles más caso, debo de ser más detallistas con ellas…
Seguiré escribiendo todo eso que me dictan gentilmente al oído como hijos que esperan enorgullecer a su padre, provocando una sonrisa, motivando un suspiro, cimbrando angustia y dejando un buen sabor en los ojos de quienes les leen.
Escribir para contar historias, escribir para vivir las horas.
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